miércoles, 28 de noviembre de 2007

Concurso literario 80 años del Colegio Jesús María



Con sumo orgullo y alegría, publicamos los relatos premiados en el Concurso Literario que nuestra querida Institución organizó para celebrar sus 80 años. El jurado que otorgó estas distinciones estuvo presidido por Gloria Pampillo, reconocida escritora y docente universitaria que fundó en nuestro país la cátedra de Taller de Expresión en la carrera de Ciencias de la Comunicación Social y fue una de las introductora de la práctica del Taller de Escritura en nuestro país.

Nómina de alumnas y trabajos premiados:
Categoría A
Primer premio: Cruz Martel, 6to. B
Segundo premio: Felicitas Costa, 6to. grado B
Mención de honor: Macarena López de Tejada, 6to. A, y Eugenia Frutos, 6to. B.
Categoría B:
Primer premio: Delfina Buljevich, 7mo. A
Segundo premio: María Jesús Castelli Azpiroz, 7mo. B
Menciones de Honor: Magdalen Carenzo 7mo. B y Lucía Bengolea 7mo. A


Relatos premiados
Categoría A
La Verdadera Historia de La Bella Durmiente (Primer premio)
por Cruz Martel

Ustedes creerán que conocen la historia de “La Bella Durmiente” como la palma de su mano, bien, lamento romperles su burbuja de fantasía pero no es así.
Yo soy Benéfica y siempre tuve problemas con mi hermana gemela,
Maléfica, ¡todo el mundo me confunde con ella! En realidad somos muy diferentes por fuera y por dentro, primero, ella tiene un lunar en la cara que yo no tengo y eso ya marca una diferencia. Además, yo soy buena, pero tengo mal carácter. “Si tú dices que no tienes al menos algo de mal genio estas mintiendo”. Pero basta de interrupciones tontas y sigamos con mi historia. Siempre trato de controlarme pero algunas veces no puedo y me sacan de quicio, entonces castigo a la gente mal educada, como aquella vez en una hermosa mañana en que me despertaron las trompetas del rey, anunciando el nacimiento de su hija que estaban celebrando sin invitarme. Traté de ser comprensiva y creí que se les habían acabado las tarjetas. Por eso fui al palacio y me sorprendí al ver que estaba equivocada. Cuando se abrió la puerta el rey mandó que me echaran de allí porque no me querían en la fiesta. Para castigarlo le eché una pequeña maldición a la princesa Aurora. Cuando cumpliera dieciséis años se pincharía con un huso, típico accidente de la época, pero como no suena tan terrible, las malas lenguas le agregaron “y morirá”. En fin, los años pasaron y cuando llegó el día de su decimosexto cumpleaños le pedí a mi cuervito que me avisara donde estaba Aurora para poder levantarle la maldición y de paso darle un saludo y un regalo de cumpleaños. Cuando fui a visitarla al palacio, la encontré llorando, y supuse que no le gustaba su vestido, pues era horrible. La conduje por un camino que lleva a mi hermoso palacio. Maléfica se aprovechó de la maldición que había echado años atrás y que había olvidado de levantar y le agregó su parte: “quedara dormida por siempre”. Mientras cosía el vestido para Aurora noté que atacaban mi castillo y quise defenderlo, pero mi pobre cuervo fue petrificado por culpa de las hadas gruñonas, Flora, Fauna y Primavera. Por suerte para Aurora esas hadas interesadas fueron buenas con ella a cambio de un premio, un reconocimiento en el pueblo, homenajes, dinero, un puesto en la Nobleza con todo un ejercito a su disposición, las empresas “Magia Como En Su Casa”,”Polvos Mágicos” y “Aprenda Magia Profesional” y el libro “Todo lo que se necesita para ser un hada”, sin mencionar sus inversiones en las empresas escritoras y televisivas mas importantes del país que quisieron comprar. Ellas descubrieron una falla en la maldición y condujeron al Príncipe que me rompió el corazón en la secundaria, a palacio para vencer a mi hermana, subir a la torre más alta del castillo y despertar a Aurora. Unos días después me llegó la noticia de que Maléfica había sido vencida. Lloré mucho por ella, pues más allá de su maldad era mi hermana. Al menos ahora ya no causará más problemas en el pueblo.
***
La verdadera historia de Caperucita Roja (Segundo premio)
por Felicitas Costa

Todos creen que conocen la verdadera historia de Caperucita Roja, pero en realidad no .Yo soy el lobo y les voy a contar lo que en verdad ocurrió.

Un día, a la mañana yo estaba en mi jardín regando mis flores, cuando de repente escucho la voz de una niña que venía caminando por el sendero. Luego la niña comenzó a arrancar flores de mi jardín para su abuelita, yo estaba muy enojado porque la niña me estaba dejando sin flores. Cuando fui a comentarle que esas flores eran de mi propiedad ella salio corriendo espantada. Sin darse cuenta tomó el camino mas largo, yo sentí que lo que había hecho estaba muy mal. Cuando fui a buscarla sin darme cuenta tomé el camino mas corto hasta llegar a la casa de su abuelita, Pensé que la niña había entrado. Entonces toqué la puerta y una voz me dijo que pase .Al pasar vi a su abuelita; Muy asustada se escondió en el armario. Les comento que yo soy muy bromista, chistoso, como quieran llamarlo en fin un maestro de las bromas. Entonces se me ocurrió hacerle una broma a la niña y me disfracé de abuela para recuperar mis flores, cuando ella entró empezó a hacer todas esas preguntas que aparecen en la historia, la falsa. Yo empecé a inventar respuestas y cuando llego la última pregunta yo ya estaba muy hambriento así que le dije que era para comer mejor los pastelitos que eran para su abuela .Ella interpretó que la quería comer a ella y que ya había comido a su dulce anciana. Aterrada empezó a correr y sin darse cuenta dejó su canasta en la cama. Yo la agarre salí corriendo. Cuando la niña llegó con ayuda, un cazador vieron que yo ya no estaba y encontraron a la abuela en el placar. Nadie se atrevió a contar la verdadera historia entonces contaron la falsa, en la que yo soy malo, feroz y todo eso y Caperucita termina siendo una niña adorable e indefensa en fin la buena.
***

La verdadera historia de La Bella Durmiente (Mención de Honor)
por Macarena López de Tejada


Había una vez un rey y una reina que no podían tener hijos. Ellos rezaban, prendían miles de velas y al final la reina quedó embarazada y trajo al mundo una nueva hija.
Se hizo un hermoso bautismo y fueron madrinas de la princesita, eran siete las hadas de la región .Para que cada una le concediera un don.
Cuando estaban todos sentados en la mesa me vieron entrar a mí que no estaba invitada. El rey hizo poner unos cubiertos más y me senté murmurando algunas amenazas por pensar que me despreciaban.
Una de las hadas jóvenes que se hallaba cerca me escuchó y pensando que le podría hacer algún daño a la princesita, fue a esconderse tras la cortina, a fin de hallar la última hada, que le concediera el último don y así poder reparar el mal que pudiera hacerle.
Entre tanto, las hadas comenzaron a concederle sus dones. La primera le dio el don de ser la más bella del mundo, la siguiente el de ser buena como un ángel, la tercera le dio una simpatía admirable, la cuarta el de bailar maravillosamente, la quinta el de cantar mejor que los pájaros, la sexta el de tocar toda clase de instrumentos a la perfección.
Me toco a mí, el hada vieja. Y yo estaba distraída viendo que la reina comía desesperadamente. Y comente bajito: Si la princesita come como lo hace la madre, cuando tenga quince años será obesa y esto le podría causar la muerte. Los invitados me escucharon, todos empezaron a llorar y gritar pensando que yo había maldecido a la princesita, cuando en realidad yo le
quería dar el don de que pudiese comer todo lo que quisiera y no engordar como lo hacia la madre. Yo trataba de tranquilizarlos y explicarles que todo eso no era lo que ellos pensaban, pero gritaban tanto que yo no pude hacer nada.
En ese momento, el hada joven salió de su escondite y entonces dijo: tranquilos todos, yo aún no le he dado a la princesita su don, así que yo digo que cuando ella cumpla 15 años, en vez de morir caerá en un profundo y largo sueño durante cien eternos años. Yo seguía insistiendo que todo esto era un error, que yo, a quien ahora todos llamaban “la terrible hada maléfica” no tenía nada que ver, que todo había sido por un pequeño mal entendido y ahora la última hada había condenado a la princesita a dormir por cien años! Pero yo por segunda vez no pude hacer nada.
El rey me pidió que me retirara, y yo profundamente entristecida lo hice.
Ya pasados dos años del sueño de la princesita, yo caminaba por el bosque, cuando de repente vi a un muchacho muy peculiar, pero apuesto a la vez, así que yo, me acerque a él y le dije: joven, hay una niña muy bonita y dulce en la punta de ese castillo, si tú vas y la besas, te aseguro que despertará y serán muy felices por siempre.
Y así fue, el joven apuesto y elegante subió hasta la torre más alta del castillo, la besó, se despertó, y fueron felices por siempre.
Como yo decía, nunca tuve nada que ver, simplemente quería ayudar a mí querida niña. Ahora las cosas se aclararon y espero que no quede como la mala de este cuento y que todo lo que paso fue un mal entendido de su querida hada madrina.

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La verdadera historia de los tres chanchitos (Mención de Honor)
por Eugenia Frutos


Ustedes creen que conocen la verdadera historia, pero no, yo, el lobo, les voy a
contar que es lo que realmente sucedió. Vivía en un cálido campo, donde normalmente suele haber pastizales muy hermosos.Los días varían mucho; había muchos días lindos, donde el sol brilla y las mariposas revolotean, hay días normales, donde el cielo esta nublado y muchos resfrios, y hay días feos, donde terribles vientos atacan a todos los habitantes del campo.Como aquel día que me arrepentí de ser bueno. Era un día muy feo, estaba bastante nublado, por eso decidí ir a lo de los chanchitos a darles el abrigo que les había hecho. El cielo comenzó a transformarse en una horrorosa manta negra, y de repente se oyó venir un fuerte viento, que destruyó la humilde morada. El pobre chanchito, muy atemorizado, salió corriendo como un torbellino, a la casa de paja de su segundo hermanito. Lo quise ayudar pero, corrió tan rápido que no pude alcanzarlo. Corrí y corrí, hasta que me di cuenta que estaba entrando a la segunda casa. El día seguía igual, se veía venir otro viento feroz y tenebroso .Pensé en irme a mi hogar, pero pobres chanchitos, debían tener mucho frío dentro de sus viviendas.Estaba por tocar la puerta, cuando un viento arrazó su casa.Dos chanchitos, salieron volando, corriendo al hogar fuerte y de ladrillo del hermano mayor.Él los recibió con abrigo y un fuerte y cálido abrazo .En ese momento, pensé , que los chanchitos iban a estar bien resguardados ,pero en algún momento, podrían llegar a necesitar esos calurosos abrigos .Corrí hacía donde se encontraban. Les pedí con mucho cariño a los tres, que me dejáran entrar, ellos negados y asustados no me lo permitieron, ya que pensaban que yo había sido el que les destruyó las humildes moradas. Sólo había una opción, la chimenea. Decidido, trepé la paréd, hasta llegar al techo.Me metí dentro de ella y caí en un ardiente fuego, que estaban preparando, para mantenerse calientes. Me quemé todo, y decidí no volver más a esa casa y no ser más bueno. Ellos le contaron a la policía lo que yo había tratado de hacer (que era mentira) la policía me metió en la cárcel.Todo mi dinero se lo dieron a esos tres chanchitos, ellos se volvieron ricos y tuvieron unas enormes mansiones.Estuvieron felices por siempre, mientras yo me quedé en esa horrible cárcel.Cuentenle a todo el mundo lo que pasó en verdad. Gracias por escucharme.


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Categoría B
La historia de Lobo (Primer premio)
por Delfina Buljevich

Había una vez un gran guerrero llamado Temistocles que vivía junto a su esposa Marcela y a su hijo Lobo, de un año de edad, en un campo lleno de flores y animales junto a un bosque que se decía estaba encantado. Un día un grupo de soldados del rey Mandole, que era un conquistador, llegó a ese encantador paisaje y atacaron a Temistocles, a su familia y a sus sirvientes. Al ver que ya no podía seguir resistiendo le dijo a Marcela que tomara al pequeño Lobo y huyera hacia el bosque encantado. Marcela, entonces, tomó entre sus brazos al pequeño Lobo y comenzó una desesperada carrera hacia ese lugar mientras veía cómo los soldados mataban a su amado esposo y a sus sirvientes. Estos al darse cuenta que Marcela se dirigía hacia el bosque le dispararon un flechazo para que tratar de detenerla y la hirieron muy gravemente. Ella, a pesar de su herida, sabía que tenía que sacar fuerzas de donde ya no tenía para llegar al bosque a ocultarse y así tratar de salvar a su pequeño hijo de los malvados soldados. Una vez allí ya muy débil, Marcela, se fue arrastrando y se escondió entre los arbustos para que los soldados no pudieran agarrar a su hijo. Como no la encontraron se volvieron a la casa para saquearla y quemarla. Al llegar la noche, Marcela extenuada se colocó sobre el pequeño Lobo para protegerlo del frío y murió. Momentos más tarde se escuchó un ruido entre los árboles, era una loba enorme que junto a sus dos crías se acercaron al pequeño que estaba llorando y lo empezaron a oler.
La loba sin dudarlo lo tomó entre sus dientes y lo cargó como si fuera uno o más de sus cachorros y llevándolo a su madriguera lo adoptó como un cachorro más. Lobo así fue creciendo alimentado por la loba y aprendiendo junto a sus hermanos juegos que lo entrenarían para la supervivencia en el bosque. Una mañana, un druida, que tenía el poder de comunicarse con los animales, las hadas y los elfos del bosque, se acercó a la loba y a sus cachorros y vio con gran sorpresa al niño. A partir de ese momento también consideró al pequeño como un hijo y compartiendo sus crianza con la loba. Mientras ella le enseñaba la vida animal, a cazar y los secretos del bosque, el druida le enseñó el idioma de los humanos y a como comunicarse con las hadas y los elfos. Así fue como el pequeño se transformó no solo en el líder y mejor cazador de la manada sino también en el guía de la vida en el bosque encantado.
Pasaron algunos años y un día llegó el peligro de la mano del Rey Mandole y sus soldados. Se atrevieron a entrar en el bosque encantado para una cacería. Allí encontraron a la loba madre quien se opuso feroz resistencia y cobrándose la vida de dos soldados murió tras ser atravesada por las flechas y lanzas del agresor. Lobo estaba jugando con las hadas y los elfos de bosque cuando sintió de repente un ruido que lo alertó. Usando su agudo olfato se dio cuenta que algo andaba mal y corrió desesperadamente al encuentro de la manada. Al llegar encontró a su madre tendida en el piso, moribunda. Se agachó para tomarla y en ese preciso momento los soldados que estaban escondidos detrás de unos arbustos le arrojaron una red y lo atraparon. Fue llevado prisionero al malvado castillo del rey. El águila del bosque voló hasta la casa del druida y le avisó de la matanza y de que Lobo había sido tomado prisionero. El druida montado en ella se dirigió hacia el bosque en busca de ayuda. Al llegar convocó a las hadas, los elfos y los animales del bosque para ir a liberar a Lobo.
Lobo permanecía encerrado en la Torre del Castillo lastimado y maltratado por sus agresores. Estaba triste por sentirse solo y por la pérdida de su madre. De repente escuchó el aullido de un lobo a lo lejos y eso despertó en él todos sus instintos animales. Recuperándose de acercó a la ventana y con gran sorpresa y alegría vio a seis hadas que venían en su rescate. Lo tomaron y lo llevaron volando de la torre hasta la Plaza de armas del castillo. Lobo tomó un cuchillo y atacó a la guardia que cuidaba la entrada del castillo con el sigilo, la habilidad y la certeza que sólo un lobo podía tener. Mientras las hadas con sus poderes mágicos dormían a la custodia personal del rey, Lobo abría las puertas para que el ejército de elfos y animales del bosque en el castillo y terminaran con el maléfico poder del rey Mandole. Las flechas mágicas que disparaban los elfos caían como lluvia y al tocar a sus enemigos, éstos se convertían a su bando haciendo que el ejército del bosque aumentara minuto a minuto. El terror se apoderó del rey Mandole y viendo cómo perdía uno a uno a sus súbditos se encerró en la sala del tono esperando que llegara su hora. Cuando la puerta real cedió ante semejante golpes y entró Lobo junto a todo su ejército de animales y elfos, el malvado rey desesperado se arrojó por la ventana, encontrando la muerte de manera inmediata. Lobo, un humano, criado por una loba y educado por el druida, acompañado por las hadas se convirtió en el soberano del reino, gobernó con justicia y logró la armonía entre los humanos y los habitantes del bosque encantado.
***
El fuego de las aguas (Segundo premio)
por María Jesús Castelli Azpiroz

Cuenta la leyenda de una ciudad debajo del agua que se incendió. Pero ustedes se preguntarán cómo es que pasó si el agua apaga el fuego. Bueno, acá se los voy a contar…
Hace muchos años, cuando los dinosaurios habitaban sobre la Tierra, había una ciudad cuyos habitantes eran egoístas, engreídos y no pensaban en nadie más que en sí mismos. Todos eran así, menos la hija y el hijo del rey, llamados Terma y Geiser.
Terma era buena, muy simpática y siempre dispuesta a ayudar o a curar al que lo necesitara. Sus cabellos eran anaranjados y sus ojos, azulados, su mirada era compasiva y reflejaba ternura. Geiser también era bueno, de corazón puro, y con un gran sentido del humor, pero a diferencia de su hermana, los habitantes le temían, porque producía pequeños temblores cuan sobre la cuidad cada vez que se enojaba. Sus ojos eran de color ocre y los cabellos castaños, de cuerpo robusto, y era bastante fuerte.
Un día, un viejo vagabundo desconocido y bastante raro daba vueltas por la ciudad pidiendo alojamiento sin que nadie aceptara dárselo. Traía puesto harapos, llevaba consigo una pequeña esfera de cristal bastante particular. Solamente los hijos del rey le ofrecieron un pequeño cuarto para pasar la noche. Así fue que el vagabundo agradeció a los jóvenes por su bondad pero maldijo a la ciudad por las personas tan egoístas que habitaban en ella.
La mayoría de los habitantes se rieron de las palabras del viejo hombre, sin hacerle caso, los otros se asustaron y por tal escándalo que armo en la ciudad con las lo echaron inmediatamente de allí. El vagabundo no hizo caso de sus burlas, pero les advirtió que pronto iban a sufrir las consecuencias y que de alguna manera iban a aprender la lección. Los días pasaron y nada sucedía. Fue así que con el pasar del tiempo todos se olvidaron a este viejo “loco” y de sus maldiciones. Unos meses después, la ciudad empezó a arder, y un destello rojo la envolvió. Ninguno de los habitantes sabía lo que pasaba, pues nunca habían visto esas lenguas coloradas que hacían arder la piel de todos. Lo mismo empezó a pasar con ciudades vecinas hasta que los hijos del rey recordaron las palabras del vagabundo. Fue en ese momento que se dieron cuenta de que lo que el hombre había dicho era cierto. Decidieron ponerle fin a esa tortura yendo a hablar con el responsable de esto. Lo encontraron y le ofrecieron curar todo aquello que se sumergiera dentro de las aguas a cambio de no hacerlos sufrir más. Él aceptó: no seguiría torturándolos, pero les advirtió que las lenguas rojas no se iban a extinguir jamás para que nunca se olvidaran de la lección. Los dos jóvenes volvieron a la ciudad y explicaron todo lo sucedido a los habitantes. La gente se dio cuenta del gravísimo error cometido y decidieron cambiar su mala actitud. Es así que ahora que toda persona que se sumerge en las aguas donde alguna vez existieron estas ciudades incendiadas, siente placer por el calor del fuego que todavía llamea en sus fondos, y cada vez que alguien entra herido Terma y Geiser lo curan. Es por ello que las aguas termales adoptaron ese nombre. Terma, mantiene cálidas las aguas y Geiser, produce esas pequeñas explosiones de burbujas que relajan los cuerpos. Se espera que sus almas sigan por siempre habitando en estas aguas.
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La Leyenda del Tecolote (Mención de Honor)
por Magdalena Carenzo

En un pueblo maya, vivía un hombre que era considerado el más sabio de la tribu. El hombre, llamado Savero, tenía todo lo que deseaba, por eso, era envidiado por muchos.
Savero sabía de todo y de todos ya que era muy observador. Pero tenía una cualidad más por la que se distinguía del resto, sabía lo que pasaba a su alrededor: podía “ver” lo que pasaba detrás de él.
Todas las mujeres solteras, querían estar cerca de él porque se sentían protegidas. Él se sentía muy halagado por todas ellas, pero solo le interesaba una mujer, Alma. Ella, estaba prometida al hombre más poderoso de la tribu, el malvado Aguilar y nunca había mostrado ningún interés por Savero.
Todas las noches, Savero trepaba a un árbol, y cuidaba que nadie entrara a la tienda de su amada. Con el correr de los meses, Savero y Alma se hicieron amigos, y él trataba de convencerla de que se alejara de su prometido. Savero era muy sabio, y pronto descubrió el punto débil de Alma: las flores rosas. Todas las noches, le dejaba en la entrada de su tienda un ramo recién cortado y luego se trepaba al árbol cercano y permanecía allí, girando su cabeza para todos lados mirando si Aguilar aparecía.
Una oscura noche, después de dejar las flores, Savero descubrió a Alma arrodillada en la entrada de su tienda mirándolo. En ese instante, percibió el amor que ella sentía por él.
A partir de ese día, Alma buscaba siempre a Savero para hablar o trabajar juntos. Un día, ella confesó su amor a Savero. Aguilar al enterarse, vio a Savero como un peligro, fue por ello que una noche esperó escondido entre unos arbustos a que Savero se bajara del árbol, y cuando caminaba cansado hacia su tienda, lo atacó por atrás. Savero lo percibió, pero como estaba muy cansado, no pudo reaccionar. Aguilar, lo atacó con una lanza oxidada y de esa manera, lo asesinó. Su cuerpo no murió, sino que se convirtió en un ave muy sabia que permanecía despierta toda la noche, escondido en el hueco de un árbol con una flor en la boca, girando su cabeza en todas las direcciones llamando a su amor. Alma, cariñosamente, lo llamó “Tecolote” (búho en maya).
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Casamiento hipnotizado (Mención de Honor)
por Lucía Bengolea

Se levantó de la mesa, no podía creer lo que había pasado. Su palidez lo decía todo. Después de lo que le habían dicho, se había quedado tan fría como el hielo, gélida. Nunca se le había pasado por la cabeza casarse, solo era una princesa de quince años, que todavía jugaba con sus tres unicornios en el bosque. Lo peor de todo era que en solamente tres días, un hombre totalmente desconocido la llevaría al altar.
Mientras la princesa Carolina lloraba desconsoladamente, Calvente reía con maldad: su plan estaba funcionando a la perfección; casar a su hijo, un hombre bondadoso, para casarlo con la princesa Carolina, era la mejor idea que se le podía haber ocurrido, aunque le llevó su tiempo prepararlo. Hipnotizar a los reyes para que le cedan la mano de su hija a un malvado brujo no era cosa fácil, ni de todos los días.
El día de la boda llegó, la iglesia ya estaba adornada con flores, los invitados ya estaban listos.
Al llegar a la iglesia, después de un largo recorrido en carroza, Carolina vio a su prometido: era un hombre de unos veinte años, alto, de ojos marrones como la miel y pelo lacio como la seda, parecía de buen corazón. Su nombre era Arturo.
En su recorrido hacia el altar, Carolina notó algo extraño, Calvente estaba sentado bajo un banco detrás del altar, con una sonrisa extraña. Carolina no estaba hipnotizada, y como era una chica muy vivaz, intuyó inmediatamente lo que había pasado y detuvo su paso, no llegaría al altar.
Arturo la ayudó a devertir lo que había pasado, pero no todo terminó con un final feliz. Calvente fue llevado a prisión, Carolina no se casó con Arturo ni vivieron felices comiendo perdices. Ellos ahora son mejores amigos, y fueron los que me contaron este cuento maravilloso.

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